Puede que a todos nos cueste un poco dar el salto de nuestro "macromundo" a esa otra escala ínfima de las partículas subatómicas y entender mejor ese misterioso pero a la vez sugerente campo de la física donde las energías y las masas se confunden y hacen uno; donde el laboratorio se convierte en un largo túnel para que los científicos de última generación puedan jugar a acelerar y hacer chocar sus pequeñísimos proyectiles y, así, dar luz al final del túnel sobre la constitución última de la materia. Todo ello, por ejemplo, en busca del eslabón perdido, esa partícula aún por descubrir, pero ya predicha, que hay quien fantasiosamente llega a calificar como "partícula divina", pero que más seriamente es conocida como el bosón de Higgs.
Pues bien, ahora, gracias a los que no sé si son algunos de los más enrollados científicos jóvenes que trabajan en dicho acelerador de partículas, hace bien poco puesto en marcha por fin en Ginebra, tenemos la oportunidad de acercarnos de forma más divertida y moviendo un poco el esqueleto, a desentrañar los arcanos escondidos a lo largo del túnel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario